Loba que no aúlla no encuentra a su manada dice Pinkola Estés.
Cada especie tiene su propio sonido, único, inconfundible para oídos entrenados. Qué es del destino de las lobas que contienen su aullido. Cómo y por qué lo contienen. ¿Qué es exactamente aullar?, ¿Es un llamado a alguien más que está lejos o es, más profundamente, un manifiesto?
Aullar, más que un llamado, es una necesidad visceral, una auto-afirmación, el inicio de una travesía, una declaración de presencia. Declaración de presencia, el primer peldaño procesal con el que accedí al reconocimiento de mi doble identidad. Hoy lo entiendo como un significante más profundo: Estoy acá. Existo. Estoy presente.
Declaración de presencia. Aullido. Un largo peregrinar por bosques invernales, buenos camaradas y muchas veces soledad. Heridas abiertas que arden y largan pus; varios depredadores de otras naturalezas, varios engaños para olfatear e identificar. Caserías en tierra árida y fría. Oasis. Llamados y aullidos de lejos y de cerca para alimentar el alma salvaje.
Eso que nace en la tierra recorre un largo camino invisible pero perceptible para todos los demás sentidos: Me desangré, morí, renací, volví a morir, me volví a herir, me sigo curando de nuevas y de viejas heridas. Pero hay algo que se esclareció y se volvió impostergable: Aullar. Cueste lo que cueste, moleste a quien moleste, incomode a quien tenga que incomodar.
Es tarea de cada loba descubrir cuál es su aullido, qué implica, de qué esta hecho, qué cuentan sus sonidos. Somos lobas, aullamos nuestra conformación peculiar y única de luminarias, nuestra totalidad. La aullamos al cielo, a los lados y al centro de la tierra. La cimentamos, la reconocemos y la abrazamos. Aullamos nuestra identidad, todas sus partes. No pedimos perdón por quienes somos, no nos avergonzamos, no nos callamos.
Aullamos como canto sagrado, como rezo, como celebración; aullamos afirmación. Nos presentamos, nos revelamos a nuestra verdadera identidad. Aullamos sin pedir permiso ni disculpas, aullamos nuestra declaración de presencia divina y terrenal.
En un inmenso regalo, hoy una estrella bajó a mi vida —cuenta la historia que es Venere—, se hizo tierra, carne, celulosa, acto. Ésta tauro hoy tiene otra estrella de cinco puntas que la acompaña y también la identifica, la completa y la expande.
Hoy, ésta luna cangreja recibe el legado de las lobas y lobos que cruzaron océanos pero nunca dejaron de amar, extrañar y honrar sus raíces originales. Hoy esas lobas y lobos son estrellas, y yo, loba, toro, halcón, cetácea, felina y humana, levanto mi trompa y les entono mis cantos en un reconocimiento infinito.